Un operativo federal en la zona de Canal Street terminó en choques entre agentes y manifestantes que intentaban impedir detenciones de vendedores ambulantes. El despliegue generó arrestos, tensión y un fuerte debate sobre el impacto de estas acciones en la comunidad inmigrante.
¿Qué pasó?
El martes 21 de octubre de 2025, un operativo coordinado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) junto con otras agencias federales se desplegó en la calle Canal, en pleno corazón de Manhattan.
El objetivo oficial, según portavoces federales, era combatir la venta de mercancías falsificadas, una práctica común en esa zona comercial donde trabajan decenas de vendedores, muchos de ellos inmigrantes.
Agentes armados y con chalecos tácticos irrumpieron en los puestos callejeros mientras decenas de personas grababan con sus teléfonos. Las imágenes mostraban a vendedores intentando proteger su mercancía y a peatones protestando contra el operativo.
Pocos minutos después, la situación escaló: algunos manifestantes se interpusieron entre los agentes y los detenidos, lo que derivó en empujones, gritos y arrestos.
Enfrentamientos y arrestos
Según reportes de medios locales, el operativo terminó con al menos nueve personas arrestadas, aunque algunas fuentes hablan de más de una docena.
Videos difundidos en redes muestran a agentes de ICE utilizando fuerza física para dispersar a manifestantes que gritaban consignas como “¡ICE out of New York!” y “¡Dejen en paz a los vendedores!”.
Algunos testigos denunciaron el uso de gas pimienta y la presencia de vehículos con aspecto militar. “Fue como una escena de guerra en plena calle”, relató una comerciante que presenció los hechos.
Reacciones de autoridades y organizaciones
El operativo generó una ola de críticas entre líderes locales y organizaciones comunitarias.
- El alcalde Eric Adams aclaró que la ciudad de Nueva York no participó en la acción y reafirmó que la ciudad “no coopera con detenciones migratorias de carácter civil”.
- La gobernadora Kathy Hochul calificó la redada como “una operación desproporcionada contra trabajadores que solo intentan ganarse la vida”.
- El senador Chuck Schumer expresó que estas redadas “no hacen más segura a la ciudad, sino que siembran miedo y desconfianza”.
- La New York Immigration Coalition denunció que se trató de una demostración de fuerza injustificada que afecta directamente a comunidades inmigrantes de bajos recursos.
Impacto en la comunidad migrante
Canal Street, especialmente en el sector de Chinatown, es una zona donde muchos inmigrantes —en su mayoría de origen asiático y latino— trabajan como vendedores ambulantes. Para muchos, esta actividad representa su única fuente de ingreso.
Tras el operativo, las calles amanecieron vacías. Muchos vendedores decidieron no regresar por temor a nuevas redadas.
“Lo que pasó fue un mensaje claro: si eres inmigrante y trabajas en la calle, eres un blanco”, dijo uno de los manifestantes entrevistados por medios locales.
Más allá del decomiso de productos falsificados, el incidente ha encendido el debate sobre cómo equilibrar el cumplimiento de la ley con la protección de los derechos humanos y económicos de los migrantes.
El uso de agentes armados y tácticas de estilo militar en una zona densamente poblada ha sido criticado como una medida desproporcionada que refuerza el miedo y la desconfianza hacia las autoridades.
Entre lo legal y lo humano
Si bien la venta de productos falsificados es una infracción, los críticos sostienen que la respuesta no debería criminalizar a quienes viven al margen del sistema económico formal.
“Cuando el gobierno federal trata a vendedores de bolsos falsos como si fueran una amenaza de seguridad nacional, el problema deja de ser legal y se convierte en moral”, señaló un portavoz de la organización Make the Road New York.
Este tipo de operativos, afirman expertos en derechos migratorios, no solo interrumpen la actividad económica de pequeños comerciantes, sino que además generan un clima de pánico en vecindarios con alta presencia de migrantes indocumentados.
Conclusión
El operativo de ICE en Manhattan deja al descubierto las tensiones entre las políticas federales de control migratorio y los esfuerzos locales por proteger a las comunidades inmigrantes.
Más allá del decomiso de productos, lo ocurrido en Canal Street expone una realidad más profunda: el miedo sigue siendo parte del día a día para miles de trabajadores migrantes que buscan sobrevivir en un sistema que a menudo los margina.
Mientras autoridades locales exigen explicaciones y las organizaciones de derechos civiles piden una investigación, la comunidad de Nueva York se pregunta si la seguridad pública puede realmente construirse desde el miedo.